Compartirle a la familia que uno de sus integrantes acaba de fallecer no es tarea sencilla. Más si esta persona era muy cercana, como un padre, una madre, hermano, hermana o abuelos. Lo que nos lleva a cuestionarnos si para los adultos es una noticia difícil de digerir, ¿qué representará para los niños? ¿será buena idea contarles lo que ha sucedido? ¿O es mejor inventarles una historia para que no quepa lugar a las preguntas?

Lo que responden los especialistas ante la pregunta de si debes o no contarle a un niño que ha muerto un familiar, es que a los niños siempre hay que decirles la verdad, por más dura que esta sea.

 

 

 

 

Contar la verdad con lenguaje sencillo

cinco estrellas

Primero piensa bien cómo vas a compartir la noticia, teniendo en cuenta que sea con un lenguaje que los niños puedan comprender fácilmente. Recordemos que los niños entienden las cosas de manera literal, así que habrá que tener cuidado con las palabras que se elijan. En un ambiente sereno explícale que su familiar ha fallecido, que no regresará más, pero que siempre estará presente en su corazón y en sus recuerdos, sin trucos ni mentiras.

Las metáforas no son necesarias, a menos que el niño sea demasiado pequeño para entender el significado de la muerte.  Si el niño puede entender lo ocurrido, lo mejor es decirle la verdad.

El error más común es contarles que «está durmiendo» o que se ha ido para siempre. Lo que puede ocurrir es que desarrollen temor a dormir o miedo a que otros familiares se vayan lejos y no regresen jamás.

¿Es recomendable llevarlos al funeral?

empleada explicando el servicio a usuario

¿Es recomendable llevarlos a un funeral o entierro? Lo que sugieren los expertos es explicarles en qué consiste un funeral o un entierro para que el niño pueda elegir si quiere asistir o no.

A muchos padres les preocupa que sus hijos se expongan a este tipo de situaciones y que los vean con las emociones a flor de piel. Es muy respetable no querer que experimenten algo tan importante a una edad temprana. Sin embargo, la muerte y el duelo son parte de la vida. Permitirles conocer que es normal sentirnos afligidos por la muerte de un familiar les enseñará a manifestar y regular sus propias emociones. 

A partir de los diez años el niño ya comprende perfectamente lo que ha ocurrido, puede ir a ver a un enfermo o a una ceremonia de despedida, a un cementerio a llevar flores, siempre y cuando la familia le explique por qué hace eso. 

 

Vigila su estado de ánimo 

Mujer consolando a persona mayor

En este proceso de aprender a llevar la muerte de un familiar, puede que el niño necesite espacio o que no muestren el duelo como lo haría un adulto. Cualquier reacción que tenga, esté pendiente de si  muestra algún signo de que necesita ayuda para hacer frente a la pérdida.

Por ejemplo, si el comportamiento  cambia radicalmente, si el o la niña es normalmente sociable, que se entiende fácilmente con la gente y ahora se muestra enfadado/a, reservado/a o demasiado ansioso/a. O si en la escuela pasa de sacar buenas notas a sacar claramente malas notas, busque ayuda psicológica.

Al enseñarles a enfrentar este tipo de sentimientos, se desarrollan en ellos recursos emocionales que les podrán ayudar toda su vida.